Este sentimiento...
Es tan desagradable.
Tan insoportable.
Es puro sufrimiento...
Llega el fuerte nudo,
que se aferra a la garganta,
y se aferra y ahí aguanta,
a pesar de ser fuerte o rudo.
Tras él llega la agonía.
La agonía de la desesperación,
a la que quieres poner solución,
pero a la que no pones fin en tu día a día.
Junto a esa agonía llega la rabia,
cargada de ira y furia.
Sintiéndote un demonio que mataría,
aunque no fuera una solución sabía.
Y cuando estas en pleno desquicio,
llega la tristeza.
Y aunque creas que ya esta, en realidad esto solo empieza,
puesto que es solo el borde del precipicio.
Comienza el llanto.
El llanto amargo y silencioso;
lleno de angustia y tan doloroso,
que no piensas que pudiese doler tanto.
Junto al llanto, llega el dolor.
El dolor de no poder hacer nada.
De pensar a la desesperada,
y sentir un insoportable ardor.
Tras una leve calma,
donde te sientes incapaz,
llega el fin de tu inestable paz,
y se te desmorona el alma.
Te sientes abatido.
No sabes que decir o hacer,
a veces llegando a enloquecer,
porque tu calma a huido.
Todo esto, es la impotencia.
Un sentimiento que te hunde,
y que a la vez infunde,
una gran violencia.